En Ecuador trabajamos con FyA y con SOL JUSTICIA, organización que articula otras obras SJ en el país. Con FyA trabajamos en el fortalecimiento de la educación rural, tanto en mejora de la calidad mediante formación docente y adecuaciones curriculares, como de mejora de infraestructuras y dotaciones; también, tanto en el ámbito suburbano como rural, en recuperación de aprendizajes por el deterioro debido a la pandemia mediante intervenciones de refuerzo escolar; en Educación Inclusiva en la transición a la vida adulta y laboral de personas con discapacidad; y en la temática de género con una intervención específica en 8 centros educativos para la prevención de la violencia contra las mujeres, por un lado, y por otro mediante el programa Luz de las Niñas que brinda atención directa a niñas de hasta 16 años especialmente vulnerables. También apoyamos proyectos de suministro y calidad del agua en escuelas de Esmeraldas que tienen problemas de abastecimiento.
Nuestros juguetes pasarán a formar parte de:
Fe y Alegría concibe la educación como una oportunidad de transformación social, política e individual que promueve la construcción de una nueva sociedad y la hace vida en los centros educativos. En ellos la comunidad desarrolla su sentido de pertenencia en espacios de libertad, participación y convivencia pacífica que posibilitan la vivencia de una ciudadanía activa combinando los sentimientos y las voces de protesta, las voces que proponen y aporten en conjunto ideas y sueños, entre otras cosas, para el reconocimiento de necesidades, fortalezas y saberes de cada individuo. Desde esta lógica se fortalece el nuevo pensamiento que anduvo rodando desde hace aproximadamente diez años, respecto a hacer de los centros educativos escuelas para todas y todos. Esto contempla una educación de calidad direccionada a reducir la exclusión de grupos minoritarios del sistema educativo, identificar barreras que limitan el ejercicio de los derechos humanos y reconocer la diversidad como un aspecto esencial para cambiar estructuras. Por lo tanto, implica pro- poner nuevas políticas para que las prácticas del sistema educativo se direccionen con responsabilidad social, con una mirada y acciones de justicia, equidad, igualdad de oportunidades, reconocimiento de necesidades comunes, así como de la singularidad de cada estudiante res-pecto a sus “saberes y haceres”; invita a aplicar metodologías activas y críticas para un aprendizaje participativo y creativo, a reflexionar sobre los requerimientos pedagógicos para atender adecuadamente todas las necesidades presentes en el contexto escolar, también relacionadas con lo comunitario, lo social y lo familiar. Así, se apuesta por una nueva educación, tomando como reto la Inclusión Educativa, la cual se fundamenta en el marco legal internacional, tratados y teorías globales, leyes, investigaciones y testimonios nacionales, además de planteamientos de la Federación Internacional de Fe y Alegría, con el fin de sensibilizar y organizar adecuadamente la atención sobre la diversidad a nivel educativo, social y comunitario y ofrecer a la sociedad una nueva mirada respecto a la forma de concebir la diferencia. Se apuesta también por la construcción colectiva de una cultura inclusiva, a pesar de que es un proceso de continua tensión que nos inquieta y moviliza, ya que no existe receta alguna que responda por igual a las situaciones de cada contexto.