Los Derechos del niño II
La principal actividad de un niño debería ser jugar, porque es su manera de conocer y aprender. A través del juego descubre y experimenta, aprende a relacionarse con los demás y seguir las normas. El juego tiene un valor terapéutico, ayuda a liberar tensiones y a eliminar la energía retenida.
La Convención de los Derechos del Niño aprobada por Naciones Unidas en 1989 (y ratificada por España en 1990), reconoce en su artículo 31 el derecho del niño al descanso, al esparcimiento, al juego, las actividades recreativas, la vida cultural y las artes.
Dos décadas después, el Comité de los Derechos del Niño realizó en 2013 una Observación General sobre el cumplimiento de este artículo. Señalando que el derecho de los niños y las niñas a participar plenamente tiene tres dimensiones interrelacionadas que se refuerzan mutuamente. El acceso, la participación y la contribución a la vida cultural. Y preguntándose si se cumplían.
Encontraron que la falta de inversión en oportunidades culturales y artísticas para los niños y niñas es un gran escollo. Y señalaron que debe prestarse más atención a la creación de espacios que estimulen la creatividad. Denunciando el incumplimiento en muchos países de este derecho al juego.
Está demostrado que jugar ayuda en el desarrollo del pensamiento lógico matemático, el lenguaje y otras habilidades. Pero el ser humano ha tardado siglos en considerarlo un derecho y todavía no ha conseguido que se cumpla en todo el mundo.
Desde la Campaña ‘Un Juguete, una ilusión’ estamos muy orgullosos de aportar nuestro esfuerzo para que muchos más niños puedan jugar y estar cada vez más cerca de universalizar, de verdad, el derecho al juego.