Pepa Fernández
Hubo dos juguetes preferidos en mi infancia. El primero, un coche rojo de pedales que me permitía ser la más rápida en atravesar el pasillo de mi casa. Yo era chiquitina pero lo recuerdo perfectamente. Con él aprendí lo fácil que resulta atropellar a alguien porque mi abuela solía tropezar conmigo. El segundo, ya un poco mayor, fue mi muñeca Nancy a la que trataba como una auténtica reina. La paseaba, le daba de comer, la acunaba, la peinaba, le cambiaba el traje… Ella me enseñó que es estupendo tener a alguien a quien mimar, alguien que te necesita… Aunque en ese caso el amor fue, me temo, unilateral.