Ana Blanco
Mi juguete preferido era un juego de química que me trajeron los Reyes Magos. Lamentablemente, mi experiencia como científica acabó pronto. No recuerdo qué sustancias mezclé, pero eran inflamables. En cuanto quemé la alfombra del salón se acabaron mis avances en el campo de la ciencia. Con él aprendí que la química, además de un juego, era una cosa muy seria.